Pero como la intención era pasar unos días juntos en buena compañía, decidimos que no haríamos caso al hombre del tiempo y disfrutaríamos pasara lo que pasara.
Era la segunda vez que llevábamos a Noa a la nieve, aunque el año pasado era muy pequeña como para que lo recordara. Aun así, al bajar del coche le cambió la cara y empezó a disfrutar como una loca.
Así que nada más llegar al hotel hicimos el check in, fuimos rápido a descargar las maletas y en un pis pas estábamos todos preparados y bien equipados para... entre otras cosas, hacer a nuestro "Olaf" particular (véase la película Frozen) o dicho en cristiano, hicimos un muñeco de nieve
Los "adultos" lo pasamos genial, pero no quiero olvidarme de lo que disfrutó mi hija con la nieve y lo que se reía al vernos a nosotros jugando como niños.
Nunca había disfrutado tanto de la nieve, de ver nevar, de dedicarme simplemente a divertirme sin importarme la hora ni quien estuviera mirando y creo que eso lo hizo la compañía.
Teníamos nuestro plan de abordo, pero nos dejamos llevar y fue la mejor decisión, ya que nos dedicamos básicamente a ser felices y hoy en día dicen que es una tarea complicada.
Sentirse a gusto con la gente que te rodea hace que esos momentos sean incluso más bonitos de lo que ya iban a ser y el recuerdo más entrañable de lo esperado.
Cenamos viendo nevar sin imaginar que de vuelta al hotel habría tanta nieve en la carretera que si no llega a ser por mi Sr Marido que es muy previsor y metió las cadenas en el maletero, aún estaríamos caminando hacia el hotel porque madre mía que manera de nevar esa noche!!!
Mañana os cuento que pasó el domingo en la segunda parte del post, hasta entonces os dejo un mini vídeo que espero os guste.
¡Besos y sed felices!
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