domingo, 29 de septiembre de 2013

¡Bienvenido otoño!



Ahora que acaba de empezar el otoño, que los días son más cortos pero los rayos de sol calientan más que en verano, que empezamos a ver las primeras hojas de los árboles caer, esas primeras manguitas por las mañanas al ir a trabajar... Ahora es cuando de nuevo apetece ir a dar esos largos paseos por la montaña, mmmmm... esos paseos que te llenan de vida y dejan calentito el corazón! 
Creo que nunca deberíamos dejar de estar en contacto con la naturaleza, ya que, aunque no nos demos cuenta, cuando vamos a la montaña, al río, a la playa o al jardín de casa de los abuelos, todo lo malo se marcha y empezamos a llenarnos de todo lo bueno.




Ayer, después de darle la merienda a la princesa de la casa nos fuimos a dar un paseo por un camino que hay justo al lado de casa de mis padres. Un paseo fácil de un par de horitas, pero lo suficiente para desconectar y pasear tranquilamente de la mano de mi marido y con la niña en la mochilita de paseo. A ratos hablábamos de futuros proyectos, luego nos callábamos y nos dedicábamos simplemente miradas cómplices que se correspondían con sonrisas que lo decían todo y al momento nos reíamos a carcajadas al escuchar como nuestra hija balbuceaba algo indescifrable (al menos por el momento) como intentando formar parte de las conversaciones y se reía con nosotros.


Este otoño viene cargado de cosas maravillosas y que espero poder compartir con tod@s vosotr@s!






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